En treinta años de servicio
docente en educación primaria, he vivido varias reformas educativas que han
implicado cambios en la forma en que trabajo con los niños.
La primer ocasión que
atendí un primer año, fue en 1987, a pesar de que durante mi formación aseguro
me enseñaron distintos métodos para la enseñanza de la lectura y escritura,
cuando tuve al grupo… ¡todo se me había olvidado!... viví los quince días más
desgastantes que recuerdo. Niños gritando, aburridos, terminaban las planas muy
rápido y yo, desesperada sin saber que más hacer.
Para el segundo fin de
semana, decidí pedir ayuda. Fui a visitar a mi abuelita “Mamá Guille” (maestra
jubilada), con toda la experiencia acumulada, me explicó muy claramente el
método onomatopéyico y me regaló un libro del que no recuerdo exactamente su
nombre, era algo como “Las rosas”. A partir del siguiente lunes todo cambio,
las actividades planeadas funcionaron, el trabajo era ordenado, ya no me
sobraba tiempo y lo más importante… se notaba que los niños estaban
aprendiendo. Para mediados de octubre me cambie de escuela, para esa fecha los
niños ya conocían las vocales.
Llegué a otra escuela y
también me asignaron primer año. Inicié el trabajo con el método onomatopéyico,
durante la primer semana de trabajo me prestaron unas copias del método global
de análisis estructural y decidí aplicarlo. Los resultados fueron buenos, 18 de
20 niños aprendieron a leer sin silabear, razón por la cual decidí que era el
mejor método.
En ese ciclo escolar
observé que al grupo paralelo lo visitaban periódicamente y que la compañera
asistía a reuniones, al preguntar ¿por qué sólo ella? Dijeron que estaba en el
programa IPALE (Implantación del Programa para el Aprendizaje de la Lectura y
Escritura), que para participar en él se requería ser seleccionado, manifesté
mi interés… pero no fui aceptada.
Para 1989, después de otro
cambio de escuela participé en el proyecto PALE (Programa para el Aprendizaje
de la Lectura y Escritura), conocí la metodología sin conocer la teoría que le
da sustento, siguiendo el uso de las fichas, los niños aprendieron a leer y
también a producir textos.
Recientemente, (ciclo
escolar 2014-2015) atendí a un grupo de primer año, con más conocimiento que
antes, aplique el método implícito en los libros de texto gratuitos, con gran
éxito los niños aprendieron a leer y a producir textos.
Considero que al
profundizar en el conocimiento sobre cómo aprender los niños, en el país se han
tomado las decisiones adecuadas, impulsando a los docentes a modificar sus
formas de trabajo. Con la intención de lograr cada vez mejores aprendizajes.
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